Roberto Mata Taller de Fotografia

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Abrió los ojos por la muy primera vez. Al principio no notó diferencia alguna, todo tenía el mismo aspecto que el de hace unos instantes. Algo cambió. Unos puntitos sobre su cabeza comenzaron a aparecer y a adueñarse de su mirada. Distintos, pero igual de brillantes. Brillaban con distinta intensidad, y de igual manera hacían que se estremeciera su interior. Algo realmente cálido comenzó a recorrer sus venas. Lo nuevo no siempre es tan desconocido: recordó haber sentido esa calidez en algún tiempo pasado. Si, realmente agradable ¡eso, agradable!! ¿Dónde había estado Agradable desde la última vez?. Miraba los puntitos como esperando que en ellos se encontrara lo que recordaba era mayor que Agradable. Posaba sus brillantes ojos sobre los brillantes y Agradables puntitos que estaban sobre su cabeza. Cerró sus ojos y pensó, hurgó, rebuscó entre sus sentires mas intrínsecos hasta que... ¡ya! Abrió los ojos de golpe al lograr traer de vuelta eso que era mayor que Agradable. Los puntitos ya no estaban en tantas cantidades, pero habían franjas de colores intermitentes que se movían a su alrededor, sobre sí, debajo de sí. Ajá, eso era felicidad ¿cómo fue que se le escapó? No concebía poder haberla abandonado. ¿Qué...? Brillantes, húmedos y cristalinos salieron de sus ojos y se unieron con las franjas que danzaban, porque estaba ahí para verlas. Alguna vez salieron esos cristalinos, brillantes y húmedos de sus ojos, pero no por la misma razón. ¿Por qué entonces? Cerró sus ojos de nuevo: pensó, hurgó, rebuscó; justo como segundos anteriores, pero esta vez su reacción interna resultaba cada vez más diferente. La calidez se fue de golpe y por completo. Algo le trancó la respiración. Si, también se estremeció pero no fue algo que disfrutó. Intentó deshacer eso que sentía, que no era agradable, trayendo de nuevo la calidez que sintió, pero no pudo; así que abrió sus ojos para volver a ver las franjas de colores, los puntos de intenso brillo pero su sensación sólo se intensificó: No estaban ya. Se fueron... Ya no quedaba diferencia en tener los ojos cerrados o abiertos.

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